miércoles, 9 de octubre de 2013

Crónica de Me llamo Llamo Roberto Arlt por Lita Llagostera

Me llamo Llamo Roberto Arlt
por Lita Llagostera

De María Esther Fernández , sobre textos de Roberto Arlt – aguafuertes , cartas y personajes de sus novelas El juguete rabioso y Los siete locos.
Cuando un espectáculo teatral integra contenidos en algún modo utilitarios para ser transmitidos en ámbitos educativos, crea en el espectador común un rechazo, este   a priori considera que se trata de instruir con el dedo “en alto”, para dar una lección que quede grabada en la mente de sus alumnos acerca de un contenido curricular.
Esto no sucede con “Me llamo Roberto Arlt”,  el principal mérito de la pieza teatral es que si bien el destinatario principal debiera ser el estudiante de nivel medio, el inteligente paneo biográfico del protagonista genera en todo tipo de espectadores, el interés por ahondar más allá de las escenas que se representan. El público común, el que alguna vez se acercó a la dramaturgia o a la narrativa de Arlt seguramente volverá a buscar en las páginas del escritor a esos personajes  juguetes del destino,  para completar sus historias.
La obra pasa revista a distintas instancias de la vida del escritor, su particular modo de instruirse, su amor por la libertad, por la literatura, la revalorización de los lazos afectivos, su  mundo de fantasía e ilusiones. Se respira “Roberto Arlt”, emociona su presencia porque el relato de sus vivencias son reales, concretas, no hay falsedad en lo que se cuenta; la actuación del personaje de ficción encarnado por Diego Pañart  transmite “Arlt” “es” Roberto Arlt, no crea dudas acerca del personaje real
Un elenco parejo en sus actuaciones acompaña con acierto y solvencia al protagonista y refleja en sus voces y cuerpos ese particular Buenos Aires de tango, funyi y política compleja. 
Una puesta en escena sencilla pero funcional no distrae al espectador y concentra la atención en el hilo narrativo, las escenas ágiles y encadenadas con acierto, intercalan zonas reales con ficcionales; momentos nodales en la vida del artista.
La obra es sí misma un disparador hacia la profundización del tema; no debiera quedarse en la representación si se trata de acercar a los jóvenes a este espectáculo;  sería deseable que transcienda  la instancia de lo artístico y se proyecte- ahora sí pienso organizadamente –hacia un camino de indagación y profundización guiado por los docentes. No se va a perder el instante inefable del placer artístico que deviene del espectáculo teatral.  Si nos referimos a los jóvenes, basta con pulsar la fibra íntima de la pasión para que devengan nuevos mundos creativos. Solo se trata de incentivarlos y “Me llamo Roberto” es, sin dudas, un interesante modo de despertar el afán por el conocimiento, la curiosidad por el  “saber algo más” y esto se logra por la emoción que se  genera desde el escenario e inunda la platea.
 
Lita Llagostera

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